Puedo equivocarme / tengo todo por delante / Nunca me sentí tan bien. La primera frase del primer tema del disco que sale hoy marca el estado de ánimo de Gustavo Cerati.
En esta imprevista primavera cero, de agosto, en su estudio enclavado entre la arboleda de Florida, con su amabilidad desmiente el karma que lo persigue desde siempre, esa mochila de estrella pop gélida, soberbia y distante. Se entrega a la charla con entusiasmo.
Fuma rubios, toma Coca Cola, se muestra alternativamente autocrítico, afable, cruel, altanero y contradictorio.
"Tiene una ruptura respecto de Ahí vamos. Es más simple y sonoramente lo siento como un compendio de todo lo que hice. Lo compuse en un tiempo corto: en dos meses, setiembre y octubre del año pasado"
-¿Cuál fue la idea del disco, la idea de la concepción del disco?
-Lo concebí y lo pensé como álbum. Por eso también va a haber una edición en vinilo. Es muy loco: en los '80 añoraba los discos simples de los años dorados del rock; ahora que volvió el single -en otro formato- no me interesan más, me interesa la cosa más completa.
Es además un disco de viaje, de carretera. Más solitario que "Ahí vamos", más celebratorio y asimismo con una alta dosis de alarma ante los fenómenos naturales. Se iba a llamar "Viento", al final quedó "Fuerza natural". Gran parte de la lírica la escribí en una chacra que tengo en José Ignacio, Uruguay. Es como un compendio de mi carrera, pero expansivo; no es una suma de clichés, pero están.
Separado de la actriz Leonora Balcarce, con su hijo Benito cada vez más presente en su vida y en su música (tiene 15 años y una banda de rock, ya había colaborado en "Ahí vamos" y ahora participó en la composición de tres temas: "Fuerza natural", "Desastre" y "Rapto"), Cerati dice que no es un artista "de tiempo completo".
"No, puedo hacer otras cosas y cada vez ando más solitario, más bucólico". Escudriñando las letras del disco, sorprende la cantidad de referencias a los regresos, a la tensión entre el pasado y el futuro. ¿Habla de Soda Stereo? ¿De la infancia? ¿O es cierto lo que se dice, que volvió con Deborah Del Corral? Se ríe: "No, para nada volví con Deborah. Somos amigos, y disfrutamos haber tenido una relación y seguir siendo amigos".
-A Soda le dedicaste unas estrofas...
-No, no, para nada. Si hay algo que quedó en el pasado es Soda. Mis letras no suelen hacer referencia a nada. Yo creo que la canción es artificio. No sólo lo creo sino que defiendo a muerte esa idea estética. Ok, si un psicólogo pone la lupa seguro salen cosas.
Es más: leí libros de psicología y te puedo asegurar que tengo todas las patologías. En mayor o menor medida, todas. Pero eso es otra cosa. Para mí ser artista es una actuación, es mentir, es jugar a la fantasía. Hay gente que necesita jugar al noticiero, todo bien. Yo no: entre Aristóteles y Platón, me quedo con Platón.
-Está raro el rock... El Indio y Skay se pelean por los medios, Charly se quiere casar... ¿Qué opinás de lo de los Redondos?
-El caso de los Redondos no lo conozco bien. Supongo que las cosas no habrán terminado de la mejor manera; y como las cosas no se hablaron en su momento, después explotan. Lo que pasó con Soda fue igual: no nos hablamos entre nosotros y un día explotó todo...
-¿Que pasó realmente?
-Las cosas venían mal. Al final me propusieron hacer un concierto de despedida y yo lo vi como una locura, me negué hasta que terminé aceptando la situación. Fue la despedida de River, de 1997. Iba en contra de mis principios, aunque no sé si hablar de principios. Yo no sabía cómo se separaban los grupos.
Existen demasiados modelos: desde la manera beatle, todo mal, hasta la despedida de Sui Generis, superhablada y con un gran show.
Para mí fue terrible hacer esos dos River. En los grupos se va destruyendo la comunicación, es así; eso debe haber pasado a los Redondos. Con Soda fuimos cuidadosos de que la pelea no pasara por los medios. Fue mucho mejor lo que hicimos en 2007, a nivel alegría, comunicación, música, actitud. Absolutamente.
-Después de la parafernalia del retorno, ¿cómo quedaste con Zeta Bosio y Charly Alberti?
-Bien, bien... Ya nos conocemos... Somos grandes. Sabemos que no vamos a cambiar...
-¿Cómo lo viste a Charly García?
-Se muere por tocar y esa ansiedad es bárbara. Mi única preocupación es si el proceso de desintoxiación de este tipo de terapias -que son controvertidas, porque te encajan otros químicos y te van ecualizando- no fue acelerado, si no era mejor esperar un poco.
Si el aparato del negocio no lo está empujando al escenario. Si él está preparado para todo esto y en condiciones, fantástico.
-Cuando empezaste con Soda tocabas en el Einstein, de Chabán... ¿Cómo viviste el fallo de Cromañón?
-Hay un Chabán adentro con 20 años y cuarenta mil afuera... Hubo una gran irresponsabilidad, un fato con la municipalidad, una cadena de cosas y de gente. Señalar a algunos no me resulta muy aleccionador... Puede que no me caiga simpático Callejeros, pero no es eso lo que mueve a pensar esto...
A Chabán lo conozco desde hace muchísimo... Quizá apostó a un tipo de espectáculo en el cual se creía que el control era algo de fascistas y se equivocó. Y eso se paga... Pero no la están pagando todos los que tienen que pagar.
El guitarrista que no está más en Callejeros (N. de R.: Maximiliano Djerfy) dijo algo que yo coincido: se creó la ilusión de que no hay diferencia entre el público y el escenario. Y hay una diferencia: estás arriba y tenés responsabilidad.
No podés permitir que el público sea el dueño del espectáculo. Es difícil el asunto... Si hubiera muerto uno de Callejeros estaríamos hablando de otra cosa. Murió parte del entorno y es terrible.
-A vos también en un momento te rozó la tragedia
-Sí, claro. Por eso, por más que yo crea en otro tipo de estética, siempre hay imponderables. En 1985 tocamos en una discoteca de San Nicolás, se cayó el techo y se murieron cinco chicos.
Fue terrible, salió en los diarios, fue parte de la historia negra del rock y no sirvió para mejorar la prevención de nada. En Perú, en tiempos de guerrilla, con la violencia zarpada, nos agujerearon el equipo Marshall con bengalas....
-Decís que a cualquiera le cabe...
-Sí, pero de lo que estoy seguro y tranquilo es que yo jamás incentivé nada. Lo de Cromañón fue diferente: fue el fin de una escalada de tipo de concepción de rock... ¡Y se tiraron bengalas en un lugar cerrado! Punto. No hay mucho para hablar, loco.
Se hace un silencio. El tema Cromañón lo coloca en un estado de crispación. "Sí, éste es un momento jodido para el rock. Por eso defiendo mi disco. Mi único mensaje es: vamos a hacer música. Cumplí 50, un numerito, ¿no? Quiero disfrutar haber llegado en buena forma".
-Esperaste posicionarte bien con "Ahí vamos" para volver con Soda Stereo... Más allá de tu vanidad, ¿competís como solista con la gloria de Soda?
-Hum. Sí, puede ser, es lógico. Pero maduré un poco. Antes me enojaba: en la época de "Bocanada" buscaba diferenciarme y cuando en los shows la gente gritaba Soda, me caía pésimo.
Tardé mucho en darme cuenta de que no era en contra de mí. Sí, la presión de ser Soda es pesada. Pero ya está. Ya me saqué las ganas. No me vengan a romper las pelotas ahora. Olvídense de Soda. Ya está, ya fue. No va a haber otro regreso. No me mirés así. Ya fue. En serio.
Publicado por: F.I
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